El oscuro borde de la luz II (fotos y microrrelatos)

El atraco

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 15 febrero, 2011

.

El atraco

Querida mía:

Recuerda que el día que asaltamos el G.P. Morgan Western Investment Bank, de Winesburg, Ohio, habíamos convenido que te pondrías el collar de perlas de tu madre y el traje escotado de lentejuelas, que siempre nos trae suerte, y hablamos de que yo llevaría el Panamá de color crudo, pero recuerda que también te dije que mientras yo intentaba sacar a rastras la caja fuerte, con el sistema hidráulico de tracción rotatativa, que había patentado, tú ametrallarías las cristaleras de los escaparates adyacentes para crear un grado de confusión tal que nos permitiera salir, indemnes, de aquella ratonera a todo pastilla. Pero tú te pusiste a hablar con tu cuñado y tu hermana que venían sentados en el sillón de atrás y  lo que podría haber sido un golpe perfecto, se convirtió una de las  chapuzas más vergonzosas de la nada desdeñable historia de robos de bancos de este país. También es verdad, querida,  que el sistema hidráulico de tracción rotativa que yo había inventado, no estuvo a la altura de las circunstancias. Besos. Tu husband que lo es,

JJ, Isla de Alcatraz, Condado de San Francisco, California

Juan Yanes

.

.

.

.

.

.

.

2 respuestas

Subscribe to comments with RSS.

  1. Inuk said, on 15 febrero, 2011 at 22:12

    Querido mío:

    Cómo iba a olvidarlo. Es complicado olvidar a mi cunhado con su tic nervioso en el labio. Uno piensa que va a decir algo pero nunca dice nada. Los miraba por el retrovisor. A ti te miraba de reojo, me gusta cuando conduces nervioso porque algo nos espera. Aunque lo que nos espere sea el fracaso estrepitoso y la estridencia del sistema hidraúlico. A mi no me gusta ese traje de lentejuelas, me hace una arruga rara a la altura de los hombros, demasiado escote para mi escote… pero a ti te gusta y cómo yo iba a negartelo. Querido mío nunca me había reído tanto en un día tan y tan poco memorable. Recuerdo el humo del cigarro y tus manos, porque jamás olvido las manos que abrochan mi collar de perlas chinas. Nuestros movimientos, sean cuales sean, siempre están a la altura de cualquier circunstancia.

    Me pregunto siempre varias cosas una es: cómo consigue mi cunhado esa risa de hiena? y otra aún sigue mi carmín en el cuello de tu camisa?

  2. juan yanes said, on 16 febrero, 2011 at 0:31

    ¡Olé!


Deja un comentario