Culto cargo
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Culto cargo
Alguien tiene la cabeza metida dentro de un saco. Saca la cabeza del saco y mira hacia el horizonte. Piensa: la felicidad es un don, no una conquista. Llama a los otros que están dentro del saco. Todos asoman la cabeza recortados sobre la diagonal. Miran, sonríen, hacen señas. El sol del da por la espalda. Frente a ellos ven el mar y alguien que se aproxima. Que viene desde el horizonte. Viene a traerles la felicidad. Ellos no tienen que hacer nada. Salir del saco. Esperar. Sólo esperar. Esperar los dones, los regalos, las dádivas, las máquinas, los chismes, todos los presentes imaginables. Ellos sólo tienen que tener una fe inquebrantable en que vendrán a salvarlos. Todo viene de afuera. Dentro del saco no hay nada, está vacío. Lo único que hay dentro son ellos, pero ellos están también vacíos. Sólo el que viene de fuera puede llenar ese saco inmenso de la soledad en la que viven. Pero del horizonte no vino nadie. Fue una ilusión óptica, así que vuelven a meterse en el saco. Son marsupiales alienados por la espera.
Juan Yanes
El antropólogo Marvin Harris, hace un estudio del culto cargo, en su conocido libro, Vacas, cerdos, guerras y brujas.
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La primera foto parecen el alero de una catedral plagada de gárgolas.
Ay, las gárgolas. Creo que tengo unas de La Lonja de Valencia, a ver si las encuentro, que son las más divertidas y desvergonzadas del mundo.