Paisajes de la memoria
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Paisajes de la memoria
Dice Milan Kundera que las personas guardamos fotografías en la memoria, no películas. Cierro los ojos e intento encontrar esas fotografías. Efectivamente, si me esfuerzo, consigo ver algunas imágenes fijas. No veo acciones, ni secuencias, ni gente moviéndose (yo creo que en el sueño sí veo imágenes que se mueven. No estoy seguro, es una mera suposición). Entonces, si me concentro, veo imágenes como si tuviera dentro un proyector de diapositivas. Tengo que cerrar los ojos y concentrarme. Y al concentrarme tampoco veo lo que quiero, entran y salen cosas sin un orden muy claro hasta que aparece lo que busco, pero siguen entrando y saliendo imágenes que se superponen. Es como si las imágenes fueran un poco renuentes, como si les costara salir… Recuerdo que hace algunos años iba con un grupo de amigos a pasar las tardes y a correr a El Pinar de Valladolid, que entonces era un bosque inmenso. Íbamos con ropa de deporte y llevábamos la merienda y después de correr durante una o dos horas nos sentábamos en el suelo a beber y comer juntos. Eran unas tardes apacibles y las recuerdo como una especie de gozo, pero no consigo ver las imágenes del bosque con nitidez, ni consigo ver las caras de mis amigos. Veo una construcción enorme de ladrillo visto, de paredes muy altas en medio de los árboles, mas aquel frondoso bosque de verdes intensos no está, sólo lo puedo nombrar. Es como si alguien hubiera barrido esas imágenes, como si se hubieran diluido. Como si alguien las hubiese borrado o se hubieran escapado del lugar donde están almacenadas. También puede ser que yo no haya estado nunca en El Pinar de Valladolid, que sea un recuerdo prestado por alguien que me lo ha contado. Puede ser, también, que El Pinar de Valladolid no exista y que por lo tanto sea imposible tener imágenes de él. Pero nada más decir esto, me doy cuenta de que no es verdad, que también tenemos imágenes inventadas, imágenes de la imaginación. Tendré que hablar de todo esto con Kundera o, mejor, voy a ver si encuentro por estos pagos a Don Alonso Quijano, que no sólo es fruto de la imaginación, sino que vivió toda su vida dentro de una realidad imaginada.
Juan Yanes
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Mi memoria sería como un proyector de diapositivas con el carrusel casi vacío.
Por eso ya mejor tomo fotos.
RRS
Yo también me fio más de las fotos. Una vez, estuve en Marruecos, vi cosas maravillosas, pero no quise sacar fotos porque entonces tenía yo la teoría de que si algo te impresionaba o te gustaba mucho, debías conservarlo en la memoria… En mala hora… no me acuerdo de nada.