Mi contribución a la lucha antifranquista
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Mi contribución a la lucha antifranquista
Una de las victorias pírricas de mi incesante y heroica lucha antifranquista fue cuando, con dieciseis años, quité del comedor de mi casa el cuadro de la última cena, que estaba —todo hay que decirlo— hecho una piltrafa lleno de costurones y cagarrutas de mosca y lo sustituí por una fotocopia enorme del Guernica de Picasso, que fijé contra la pared con grapas del nº 22. El cuadro de la última cena que había presidido desde tiempo inmemorial todas las trifulcas familiares, era una reproducción bastante ñoña del famoso cuadro de Juan de Juanes, que era una de las últimas cenas más relamidas y artificiosas que existen, y que mi abuela tenía en mucha consideración porque le había tocado en un sorteo de los Comedores Patrióticos, que en paz descansen. La abuela se limitó a comentar que el Guernica era un cuadro pintado por un ateo que no valía un pimiento porque lo podía pintar un niño y que lo que pasó en Guernica se lo habían ganado los rojos a pulso y los obispos vascos que también eran rojos. Mi madre se echó a llorar y no hacía más que repetir, ¿pero qué has hecho hijo mío, qué va a decir tu padre cuando llegue? Lloraba un rato y volvía, ¿pero qué has hecho hijo mío, pero qué has hecho? ¿Qué va a decir tu padre cuando llegue? Mis hermanos pequeños, que ya entonces se habían pasado a la oposición pero que tenían —lógicamente— una comprensión muy limitada de los hechos, se reían como enanos que es lo que eran. Cuando llegó mi padre se hizo un silencio que se podía masticar, miró el cuadro muy serio, me miró a mí que miraba a las musarañas y me dijo señanlando al cuadro con aquella voz atiplada de alférez provisional que sacaba en los momentos crítica de la vida familiar: ¡Descuelgue ese cuadro inmediatamente, caballerete! Después se va usted a la cama y se queda sin cenar. Mañana usted y yo vamos a tener una conversación.
Juan Yanes
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Dos frgamentoe del Guernica de P. Picasso del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (creo que ahora le han puesto el nombre de un borbón o de algún aristócrata o familiar. Tengo que enterarme)
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Hola:
Supongo que tuviste que desengraparlo.
Pero en realidad lo que para mí es impresionista es la polarización ideológica al interior de las familias.
No es que no se dé en México, de hecho ya muchos temas escinden a nuestra sociedad en todos los niveles, pero no deja de ser exasperante que ante algunas situaciones que afectan a muchos por igual, dentro de esos muchos hayan tantos dispuestos a dejarse engañar.
Saludos
RRS
Pues en casa, no, por fortuna en ese tema más bien me apoyaban. Pero en la calle si que me hice con unas cuantas «heridas de guerra», los grises te aseguro que daban a conciencia.
Besitos
La anéctoda del Guernica me la he inventado… Sí recuerdo discusiones con mi padre… pero nunca llegaba la sangre al río Después descubrí que le encantaba discutir. Lo normal era el silencio. Esos temas no se tocaban que es una forma de hablar, claro.