El oscuro borde de la luz II (fotos y microrrelatos)

El hipocondríaco perseverante

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 25 octubre, 2012

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El hipocondríaco perseverante

¡Ay, madre mía! Qué mala está mi tía.
¿Con qué la curaré? Con tres palos que le dé. Popular

Yo he conocido casos absolutamente paranoicos de hipocondría, la mía es una hipocondría persistente y tenaz, pero leve. Por ejemplo: no me puedo olvidar de tomar Ibis 20mg, vía oral, en el desayuno; llevar siempre a mano las tobilleras, por lo que pudiera pasar; tengo que posponer, mientras pueda, la operación de los golondrinos del sobaco y evitar, en lo posible, las cáscaras de plátanos que la gente tira impunemente a la calle; tomar una gragea de Amoxicilina 1g, cada ocho horas para las múltiples e intolerables infecciones que tengo o pueda tener; lo importante es estar preparado, física y psicológicamente para la debacle; debo tener a mano el Pulmicort Turbuhaler y hacer dos inhalaciones cada doce horas hasta que crea oportuno; debo aprovechar la acropaquia (dedos en forma de palillos) que padezco, para meterme en una batucada a tocar el tambor; ponerme el Terra Cotril y usar, al levantarme y al acostarme, las toallitas oftalmológicas para la blefaritis; encontrar la maldita leche de murciélago para la otitis o cambiar de curandero; hacer las gárgaras con el Desensin Plus, para la revitalización de encías, y utilizar el cepillo Interprox cónico CN 3008; tener siempre a mano pastillas Almax para los accesos morbosos de acidez estomacal; no olvidarme de la pastillita de San Zyloric, todos los días y vitar así la dolorosísima artritis gotosa y la litiasis renal, o sea, las piedras en los riñones que ya he visto las estrellas en tres ocasiones; tomarme las dos o tres toneladas diarias de Aerored sedante para la aerofagia galopante que padezco por culpa del gobierno que tenemos; no olvidarme de tener siempre en el monedero, baterías nº 312 para los audífonos; tener siempre los tapones moldeables de silicona para obturar los oídos por si, de manera perentoria, tengo que descolgarme de la realidad; tener siempre puesta la faja ventral para sujetar la hernia umbilical, no sea que en cualquier descuido se me salga el mondongo tan lindamnete por ahí; hacer los ejercicios en la cama y contra la pared de fortalecimiento del cuádriceps de la pierna derecha para evitar dolencias por la rotura grave del menisco que padezco; no salir a la calle en lo posible (esta es una virtud difícil de practicar hoy en día), para evitar intoxicaciones y alergias; mantener la hora diaria de natación y la dieta anticolesterol; continuar con las infiltraciones de ácido acético 5% para la fascitis plantar; mantener la dosis diaria de Macallan Fine Oak, de mediodía-tarde-noche; asistir a revisión semestral por la extracción de la vena safena; mantener tratamiento coxitis fugax, hasta remisión del dolor; encontrar agua bendita en cantidad y con la garantía necesaria para atajar la hidropesía testicular que padezco; en fin, tener siempre, Scottex 21x21cm para cualquier emergencia  y sandaraca, oropimente o arsénico blanco por si hay que poner punto y final al asunto de forma inminente.

Juan Yanes

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2 respuestas

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  1. Elysa said, on 28 octubre, 2012 at 0:14

    ¡Madre mía! Esto es todo un tratado farmacológico, me parece que no ha olvidado nada y lo peor que no creo que le sirva, jajaja.

    Besitos

  2. Juan Yanes said, on 28 octubre, 2012 at 0:35

    El protagonista de la historia es un neurótico, de esos que les gusta estar malitos y medicarse a todas horas. Tú habras conocido gente así. Mi padre era un poco, yo nada, pero haberlos haylos.


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