¡El Sáhara, otra vez!
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¡El Sáhara, otra vez! ¡El cinísmo de los políticos, otra vez!
Escribo irritado por lo que está pasando. El gobierno español acaba de hacer público un comunicado que a mi me produce vergüenza e indignación. Un comunicado sobre el apaleamiento por parte de la policía marroquí y la posterior incomunicación de activistas españoles que se manifestaron en el Aiúm a favor la de causa saharaui. La “nota oficial”, concluye así: «El Gobierno español, comprometido con la defensa de los derechos de sus ciudadanos en el extranjero, reitera la necesidad de respetar la legislación vigente, y confía en que estos incidentes no vuelvan a producirse». Dicho llanamente: el Gobierno de España pide respeto a la legislación marroquí impuesta por la fuerza y el terror en el territorio ocupado del Sáhara. Legislación que prohíbe las manifestaciones a favor de la independencia saharaui y que no respeta los derechos básicos de los ciudadanos. ¿Cómo se puede pedir respeto por esa legislación? ¿En qué mundo vivimos? ¿Los socialistas españoles han ido dejando muchas cosas por el camino, pero no les da vergüenza que sus dirigentes digan estas cosas? Habrá que recordarlo una vez más. Marruecos ocupa ilegalmente el Sáhara. La ONU anuló el llamado Acuerdo Tripartito de Madrid y España sigue siendo, increíblemente, la potencia administradora de ese territorio. Marruecos ocupa y explota el Sáhara al margen de la legalidad internacional, con la inestimable ayuda de España, Francia y el resto de la UE. Todos callan porque tienen inconfesables intereses en la zona. La legalidad existente de facto en el territorio de la antigua colonia española es ilegal (eso la sabe el Gobierno y Asuntos Exteriores y todo el cuerpo diplomático y el sursuncorda, ¿Por qué engañan a la gente hablando de “respetar la legislación vigente”?). La explotación de las inmensas riquezas del Sáhara es un robo. La no celebración del referéndum de autodeterminación uno de los cinismos más sangrantes de la política internacional, en la que España y sus sucesivos gobiernos ha estado y está involucrada hasta las cejas… Esto hay que denunciarlo. Esto es los que han denunciado nuestros valerosos compatriotas en el Aiúm.
Qué desdicha, no tener un gobierno valiente
Qué desdicha, no tener un gobierno que defienda a los olvidados de la tierra
Qué desdicha, no tener un gobierno que luche activamente por la justicia universal y por la primacía de la legalidad internacional
Qué desdicha, no tener un gobierno guapo, de personas cabales, y no una timba de mentirosos
Qué desdicha, no tener un gobierno que defienda un Sahara libre
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Regresa a Canarias el grupo de activistas “Sáharacciones”
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Espacio cultural
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Pedradas
Espacio cultural.- En el exterior del edificio de un banco aparece el cartel, “Espacio cultural”. ¿Qué entienden los banqueros por cultura? ¿Y los funcionarios del Ministerio de Cultura? ¿Y los concejales de las Comisiones de Cultura de los pueblos? ¿Es que acaso se puede administrar la cultura? ¿Es que acaso se puede encerrar la cultura en un espacio? ¿Lo que está fuera de los “Espacios culturales”, no es cultura? ¿A dónde hemos llegado? ¿Qué demonios es la cultura para toda esta gente? ¿Un supermercado, algo que se compra y se vende, una tómbola, una máquina de hacer churros, un salsódromo, un parque temático? Juan Yanes
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El que escucha
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Nanoensayos
El que escucha.- En lugar de cabeza deberíamos tener una gran oreja colocada encima del cuello. Algo prominente, sustantivo y único. Algo que nos obligara orgánica y fisiológicamente a escuchar. Las demás cosas que hoy tenemos en la cabeza, podrían estar dispuestas de otra manera. No sé, por aquí y por allá, hay montones de sitios y de posibilidades: la boca podría estar, por ejemplo, en el sobaco y los ojos y el cerebro, pues ya le encontraríamos un sitio idóneo y funcional. A lo mejor tenemos algunos problemas iniciales con la boca debajo de la axila, por ejemplo, para besarnos, pero todo es cuestión de acostumbrarse. Lo relevante es la reubicación de las orejas. A partir de entonces ya no seríamos monos gramáticos, ni animales políticos, ni criaturas que fabrican instrumentos, ni animales perplejos, ni animales simbólicos, ni seres racionales, ni ninguna de esas tonterías que se suelen decir por puro antropocentrismo. Seríamos seres que escuchan, personas que escuchamos a las demás personas. Seríamos todo oídos. La vida cambiaría por completo. Traten de imaginárselo, por favor. Juan Yanes
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Las clases sociales
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Relatos mínimos
Las clases sociales.- Pero vamos a ver, hombre de Dios, dijo el tipo que vestía uniforme, ¿dónde ha oído usted eso de que hay clases sociales? Las clases sociales son cosas antiguas y peligrosas que destruyen la cohesión social, el consenso necesario, fomentan el odio y son el principio de la decadencia de las naciones, todos estamos en el mismo barco ¿me entiende? No hay clases sociales. ¡Escríbanlo 100 veces en este papel, a ver si lo aprende!: «No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; Sí hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales; No hay clases sociales». Vamos a ver ahora, volvió a preguntar el tipo de uniforme, ¿hay clases sociales? No, no hay clases sociales, respondió el preso nº 9, con la cabeza gacha. Juan Yanes
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Tesis nº 127 sobre Ludwig Feuerbach
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Pedradas
Tesis nº 127 sobre Ludwig Feuerbach.- Ya que es imposible no sólo cambiar el mundo, sino interpretarlo, ¡volvamos a la limonada natural, antes de que nos envenenen con tantas tesis artificiales sobre la bondad de la vida y la solidez de nuestro ínclito sistema bancario! Juan Yanes
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Fotos de fotos: El rostro de la desigualdad
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El rostro de la desigualdad. Estas fotos tienen un indudable valor antropológico y testimonial. Ponen rostro a la desigualdad y a la injusticia de la sociedad canaria de finales del XIX y principios del XX: niños y niñas trabajando, mujeres descalzas, cuerpos marcados por la pobreza y la marginación. Joaquín Costa podría haber escrito Oligarquía y caciquismo, con la sola mirada a la sociedad canaria del momento. Juan Yanes
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Vida perra
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………………..Vida perra (borrador de micro-ensayo sociológico-perruno).- Enseguida se sabe si un perro lleva una vida perra o no. No hace falta ver el pedigrí, ni el libro de vacunaciones, ni saber si lleva chip. Ni siquiera hace falta ver el grado de idiocia de la cara del dueño o el perímetro del panículo adiposo de su dueña, para saberlo. No, no, la cosa es mucho más sutil. Basta, por ejemplo, con saber el barrio en el que estás, o sea, ser consciente de la morfología urbana. Las ciudades deberían ser espacios públicos democráticos, pero no lo son. Las ciudades están llenas de brechas, de zonas exclusivas donde ni tú ni yo podemos entrar. De sitios donde te insinuan, ¡Psss, Psss, qué pintas tú aquí! También están llenas de guetos, de les banlieues, de espacios creado para marginación, de suburbios. Bien, pues los perros son hijos de sus dueños y están condenados a llevar su misma vida. Los perros de la foto, por ejemplo, son perros de clase media, se ve enseguida. Basta mirar la calidad del collar que llevan en el cuello y la marca de pantalones vaqueros de su dueño. ¡Perra vida! Todo esto pensarás que es una cuestión menor, pero no lo es. En realidad es un problema epistemológico de profundo calado, porque se cuestiona el objeto formal y material de estudio de las ciencias sociales, que no debería ser la sociedad, ni las personas, sino los perros. Pero de eso hablaremos otro día. Juan Yanes
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Humor negro
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Humor negro.- Ya no leo, he perdido la vista. No escucho música, me he quedado sordo. Tampoco como, he perdido el apetito por completo. Sólo palpo y huelo, como las lombrices, hasta que pierda también el sentido del olfato y del tacto. Entonces les diré que me vendan como un pellejo. Juan Yanes
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El peso del mundo
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El peso del mundo.- La ciudad es un desorden irremediable de signos y llamadas equívocas. La ciudad está recorrida por el deseo, por pasos andados y desandados, por jóvenes con mochilas y viejos con bolsas de plástico. La ciudad está colgada de un garfio en el matadero municipal, abierta en canal. Los habitantes de la ciudad la han abandonado y están condenados a cargar el peso del mundo por permitir tanta ignominia. Juan Yanes
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El Círculo de Praga
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El Círculo de Praga
Cuando yo era estudiante, todos mis profesores eran unos estructuralistas del copón. Sobre todo uno que llamaban Polifemo. Ese era el más estructuralista de todos. Era más estructuralista que los propios estructuralistas, que ya eran de por sí algo excesivo. Además de estructuralista, era un cardo. Un tipo atravesado e infecto. «¡Estudie usted la sustancia de la expresión, en lugar de aferrarse a la forma del contenido, mequetrefe!», me decía, cuando yo intentaba hablarle con excesivo entusiasmo de las diferencias entre el fondo y la forma, territorio que acababa de descubrir. Polifemo era el sobrenombre con el que los estudiantes honrábamos a nuestro profesor de crítica literaria, un fulano -como puede verse- sin demasiados bordes, de contornos más bien rudos y contundentes. «¡Estudie usted a Louis Hjelmslev, al Círculo de Copenhague, al Círculo de Praga y a los formalistas rusos, animal!». Eso decía el Polifemo sarnoso, sin ningún tipo de sutileza. A mí me sacaba de quicio y me parecía más un hipogrifo que un polifemo, pero eso no tiene relevancia alguna en este asunto. Lo importante es que nadie sabía, a ciencia cierta, cómo pronunciar el nombre del tal Hjelmslev. Unas veces parecía una persona sola y otras, una multitud: Yiemsliu, decían unos; Jiemsleh, aspirando la hache, decían otros; Gemslef, decían los prosoviéticos; Liemsliu decían los prochinos… Y siempre, círculo de esto, círculo de lo otro. Muchos círculos. Aunque bien mirado, estas cuestiones no tiene excesiva relevancia, lo terrible era que el Polifemo, además de estructuralista dinamarqués, era quequeista. Es decir, incurría sistemáticamente en el quequeo. Sus frases no terminaban nunca, sino que subordinaba y subordinaba, comenzando cada una de ellas con un «que» imposible, insoportable, agotador, inverosímil. ¿Usted sabe lo que es escuchar a una persona que no termina nunca una frase, que no llega nunca a un punto y a parte? Pero el quequeo, a pesar de todo, tampoco era una cuestión de vida o muerte. Lo verdaderamente relevante de esta historia es que el Polifemo era más criptofascista que estructuralista. Pero como era listo, le vio las orejas al lobo y algunos días fungía de críptomarxista. ¿Me sigue? Los días que el Polifemo fungía de criptomarxista, venía a clase sin corbata. Los días que venía a clase sin corbata sólo se hablaba del contexto. Dejaba la glosemática a un lado y se adentraba en un proceloso mar de determinaciones socio-contextuales, político-contextuales y económico-contextuales. La literatura dejaba de ser el pasmo de los dioses o una de esas «estructuras» obsesivas encriptada en otras estructuras y se convertía en una «superestructura», en una forma de «cosificación o reificación», en un trozo de una tuerca de un mecanismo de uno de los «aparatos ideológicos de Estado». Los estudiantes teníamos que fungir entonces de alegres chicos del contexto y debíamos entenderlo todo de manera dialéctica. ¿Entenderlo todo de una manera dialéctica? «Sí, eso he dicho, estúpido. Vivir de forma dialéctica, ver la realidad de forma dialéctica, respirar dialéctica. Todo es un proceso inconcluso, lo dice Adorno que es mucho más marxista que usted y que yo, ¿entiende?», me decía el plasta del Polifemo roñoso. No se podía hablar más que de Lukács y de otro que se llamaba Galvano della Volpe. Alucinante. Pero todo esto no tiene mayor relevancia. Lo que sí la tiene es que el Polifemo estólido, comenzó a comportarse de manera muy extraña. Pensamos que era consecuencia del rigor de la aplicación del método dialéctico a todos los ámbitos de la vida, pero nos dimos cuenta de que no. Empezamos a observar una especie de obsesión enfermiza por las cuestiones de tipo étnico y por el nacionalismo, digamos, identitario. A partir de entonces, en las clases había que conectarlo todo con la tradición oral y con la invención de la tradición: «¡Estudie usted los aspectos idiosincrásicos del habla y no sea belillo! ¡Descubra las conexiones del sustrato cultural con el Volksgeist y no sea tolete», decía el Polifemo con intolerables concesiones al vulgarismo localista de los belillos y los toletes. Para probar sus tesis ─que en realidad no eran más que cuatro reliquias del viejo difusionismo─, el Polifemo cruzó el Atlántico y se fue a buscar las raíces culturales de sus ancestros, fundadores de Cabaiguán, a la provincia de Santi Espíritus, con un proyecto de investigación I+D+I+D, que le concedió graciosamente la Comunidad Autónoma, muy preocupada también por todas las cuestiones de tipo cultural del terruño. A partir de entonces se convirtió definitivamente al credo etnometodológico del Círculo de Chicago. ¡Lea usted a Garfinkel, a William Thomas y a Florian Znaniecki, mentecato!, decía ya, sin ningún entusiasmo, el decadente Polifemo. De Cabaiguán se vino con una negraza que quitaba el hipo y se olvidó de su mujer y de sus hijos, del marxismo y del neomarxismo, de Hjelmslev y del Círculo de Praga. Pero esa es una cuestión irrelevante a la hora de tratar de dilucidar el asunto que verdaderamente nos ocupa.
Juan Yanes
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Este es un cuento con pedigrí. Una versión anterior del mismo salió publicada en Letras de Chile, gracias a los buenos oficios de Lilian Elphik. También le debió hacer mucha gracia a mi amigo Stefano Valente que lo publicó en su blog Il Sogno del Minotauro
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El Estado, el mercado y la fabricación de la miseria
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Gilles Deleuze, afirmaba que lo único universal del mundo en que vivimos es el mercado y que “no hay un Estado universal porque ya existe un mercado universal cuyos focos y cuyas Bolsas son los Estados. No es universalizante ni homogeneizador, es una terrible fábrica de riqueza y de miseria. No hay un sólo Estado democrático —continuaba diciendo— que no esté comprometido hasta la saciedad en la fabricación de la miseria humana”.
Lectura obligatoria: Los mercados financieros contra la democracia, de Carlos Berzosa
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Profecía
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Profecía.- Cuando todos seamos pobres de solemnidad y los depredadores se hayan fugado a los paraísos fiscales, volveremos a fundar la ciudad. Juan Yanes
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No somos Grecia
No somos Grecia.- Anthropos Kazantzakis, ¿cómo ves la cosa? ¿Qué quieres que te diga Odysseus Poulantzas? Mal. Parece que aún estamos en la fase B del ciclo de Kondratieff. Efectivamente, pero si continúa la contracción de los mercados, todavía falta lo peor. ¿Por qué se contraen los mercados? Bueno eso es bastante complejo de explicar, pero en síntesis se debe a las sinergias especulativas. Ah, entonces habrá que actuar ¿no? ¿Y por qué crees que estamos nosotros aquí, vestidos de gorilas? Pues no lo sé, la verdad. Pues precisamente por eso, por si hay que actuar. ¿Contra los mercados? No hombre, no. Los mercados son invisibles, instantáneos, globales… contra la gente que se opone a los mercados. Juan Yanes
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Ley general del desarrollo desigual y combinado de las bolsas de plástico
Bolsas de plástico.- Llegará un día que todos tendremos en nuestras casas cientos de miles de bolsas de plástico y nuestra civilización quedará sepultada debajo de millones y millones de toneladas de ese formidable material indestructible que nos destruirá. Pero no todos tendrán la misma suerte: los países ricos disfrutarán de un nivel infinitamente superior de porquería encima de sus cabezas, que los países pobres… no se vaya a pensar que todos somos iguales. Juan Yanes
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Contra el olvido y la impunidad
A favor del juez Garzón y la investigación de los crímenes de la Dicturadura
Conjugación.- Yo grité. Tú torturabas. Él reía. Nosotros moriremos. Vosotros envejeceréis. Ellos olvidarán. Ángel Olgoso
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