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El oscuro borde de la luz III
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Máquinas de llorar
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Máquinas de llorar
Por aquí debería salir la flor del agua, pero salen lágrimas, gánigos de leche negra, morteros de sed, alcuzas de aceite secas, artesas derramadas. Nada contiene ya a la sangre, las ampollas rotas y las damajuanas olvidadas, las duernas vacías y los albarelos y las orzas. Cuando se rompe el cuenco de las lágrimas, todo se llena de sal, que se extiende como las arenas móviles de un desierto, para quemar la tierra y entonces la tierra grita. Cuando grita la tierra, los efluvios del vapor se condensan y se convierten en agua. La flor de agua debería salir entonces por la boca del cuenco, pero sólo salen lágrimas y gánigos de leche negra.
Juan Yanes
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Néctar y ambrosía
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Néctar y ambrosía
Los dioses del Olimpo, dice Robert Graves en su magnífico Diose y héroes de la antigua Grecia, saciaban su sed con néctar, una bebida dulce hecha con miel fermentada, y comían abrosía, una mezcla cruda de miel, agua, aceite de oliva, queso y cebada […] Algunos afirman que el verdadero alimento de los dioses del Olimpo eran ciertas setas moteadas que aparecía siempre que el rayo de Zeus caía sobre la Tierra y que eran éstas el motivo de su inmortalidad.
Robert Graves
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