El oscuro borde de la luz II (fotos y microrrelatos)

La violinista sobre el asfalto

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 30 diciembre, 2010

 

JUAN YANES

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El placer de comprar un libro

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 30 diciembre, 2010

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Fotos de fotos: Infancia de Isabel Muñoz

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 30 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Infancia, es un exposición de fotografías deIsabel Muñoz, que pretende concienciar, a través de 68 imágenes, audiovisuales y textos, de las realidades y derechos de los niños y niñas en todo el mundo. Se trata de retratos recogidos en 20 países de Europa, África, Asia y América que, a partir de casos particulares, ofrecen una panorámica global de su situación en la actualidad. Esto es lo que dice el programa de la exposición que durará hasta el 15 de enero. Las fotos que he sacado no son nada buenas. Era muy difícil porque la esposición tenía un diseño muy raro, pasillos, ángulos, focos por todos sitios, todo muy abigarrado. No podía uno contemplar la fotos con tranquilidad. Mira, si te apetece, este video de la exposición: Exposición Infancia

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La abuela

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 28 diciembre, 2010

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La abuela.- La familia decía: está mal, está muy mal, está como en salmuera, está que se va de un momento a otro, Dios se la va a llevar, está y no está, está in extremis, está que se muere, está a punto de diñarla, está en las últimas, está compuesta y sin novio, está que agoniza, está blanca como la cera, se va a criar malvas en menos de nada, era mucho de iglesia y de curas, está dando las boqueadas, está que no se tiene, está soltando la maleta, está en fase terminal, está en capilla, está requiéscat in pace, está con el candilón, está liando el petate, está a las puertas de la muerte, está con los ojos quebrados, está que ni se siente, de esta se acaba, está más pa’llá que pa’cá, está para estar en la UVI, esta va derechito al cielo, era una meapilas, está prácticamente tiesa, está como un pajarito, está al caer, está a punto de palmarla, está que se queda, está moribunda la pobre, ya ha vivido bastante, ya gozó, Dios la acoja en su seno. Pero la vieja ni estiraba la pata, ni reventaba, ni la espichaba, ni la cascaba, ni esmorecía, ni cerraba los ojos, ni dejaba el pellejo, ni se quedaba en el sitio, ni pasaba a mejor vida, ni descansaba en paz, ni torcía el pescuezo, y para colmo ni se moría, ni transía, ni finaba. “Bicho malo, nunca muere”, fue el único comentario que hizo a aquel jolgorio. Juan Yanes

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juan yanes

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¡Déjenme tranquilos los bichos ahí!

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 28 diciembre, 2010

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Notas de viaje

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 27 diciembre, 2010

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Notas de viaje.- El día es limpio y apacible. El lugar donde nos quedamos está a las afueras de la ciudad. Es muy frondoso y verde, pero no hemos visto pájaros. Ahora cuando termina la tarde miramos el pináculo que asoma por encima de los árboles que tenemos enfrente y se ven tres ventanas recortadas sobre el muro en penumbra. Una de ellas tiene luz en su interior. ¿Quién vivirá en esa mansión? Ya es casi de noche, pero el perfil de la casa queda suspendido en lo alto, por encima de un gran cedro rodeado de acacias y de oscuras adelfas en el pie. Jugamos a las palabras. Estamos alegres y bebemos como si fuéramos seres inocentes en medio del dolor del mundo que se asoma, obscenamente, desde la pantalla del televisor. Vuelvo a anotar: un sitio sin pájaro. Juan Yanes

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Asimetría

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 26 diciembre, 2010

juan yanes

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Asimetría.- En un momento brevísimo de lucidez, se dijo: tengo sobrados motivos para pensar que estoy secretamente enamorado de ella, pero ella lo ignora y además me ignora de forma absoluta y malévola así que también tengo motivos para pensar que practica conmigo una especie de odio rampante, lo que me lleva a la urgencia de estudiar  alguna estrategia para que deje de odiarme y empiece, primero, a tener una actitud distinta hacia mí y luego, poco a poco, vaya cambiando y llegue a interesarse seriamente por mí, para que, finalmente, en un futuro cercano llegue a enamorarse secretamente. Sé que esto proceso puede dilatarse en el tiempo, pero no demasiado porque entonces voy a tener sobrados motivos para empezar a ignorarla y luego a odiarla mientras ella, supongo, se va a ir enamorando, loca e irremediablemente de mí, pero yo entonces no querré saber nada de ella y esto se va a convertir en un lío tremendo porque yo no quiero dejar de quererla y ella, supongo, en ese futuro no muy lejano, tampoco querrá, con lo cual está claro que la nuestra será una historia de amor terrorífica, siempre in crescendo… Mañana mismo voy a hablar con su mamá, para decirle que no quiero seguir jugando a las muñecas, ni a las casitas, ni a la gallinita ciega, ni a los médicos con su hija, porque tengo sobrados motivos para pensar que estoy empezando a estar secretamente hasta el moño de esta historia de amor imposible. Juan Yanes

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Olas como labios

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 25 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Me fue imposible averiguar el autor o autora de esta escultura, que ocupa toda una rotonda en el Muelle de Rivera de Santa Cruz de Tenerife. Llamaré a la Junta de Obras del Puerto, para que la autoridad portuaria se digne, si quiera, porner un cartelito con el título, año y nombre del autor.

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La tapia (cuento frío de navidad)

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 24 diciembre, 2010

JUAN YANES

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La tapia

(cuento frío de navidad)

Juan Yanes

 

Nunca había visto un muerto, ¿sabes usted? El primer muerto que uno ve, no se le olvida jamás. Estaba yo entonces en el internado y era un día de invierno despiadado, como eran antes los inviernos. Era la Navidad del año 1962, para ser más exacto. Hacía tanto frío que el cielo parecía una piedra de hielo quieta, a punto de romperse. Los chiquillos del internado decían, ‘va a nevar, va a nevar’, hasta que empezó a nevar como yo nunca había visto nevar. Aprendimos a reconocer los avisos de las nubes y a venteábamos el horizonte como hacen los animales y los hombres del campo cuando se sabe que va a pasar algo antes de que ocurra.

Pero, de pronto, todos empezaron a correr hacia la tapia. Corrían sin que les importara el frío, ni la nieve. Aquellos chiquillos medio desarrapados parecían liebres dando saltos desacompasados por encima del manto blanco que cubría los patios y jardines, hasta las rodillas. ¡Qué invierno aquel! Lo peor del invierno eran los sabañones. Te salían en los dedos y en las orejas y te producían un escozor intenso, como si te ardieran los pies y la cabeza y, sobre todo, las manos. Los dedos se ponían rojos y luego se llenaban de bolsitas moradas que iban creciendo poco a poco, hasta que casi no podías moverlos. Las manos no eran manos, eran morcillas, para ser más exacto. Ví que corrían hacia la tapia y gritaban, ‘¡un muerto, un muerto!’, y yo también corrí. Yo nunca había visto un muerto, ¿sabe usted? Ahora me doy cuenta de lo que pesan los muertos de la niñez. Ese muerto lo he tenido yo toda la vida colgando dentro.

Los internos corrían como un enjambre y seguían gritando, ‘¡es el tío Cipriano, es el tío Cipriano!’. Y se subían a la tapia vestidos con aquellos guardapolvos de color gris, envueltos en bufandas grandísimas que les tapaban hasta las orejas. Yo también iba vestido así, como un preso y me ponía dos pares de calcetines en los pies y guantes de lana que dejaban libres las dos primeras falanges de los dedos para poder escribir. Estábamos muy flacos los internos, porque comíamos mal y nos pasábamos el día saltando y brincado y no nos aprovechaba nada. ¿Para qué le voy a contar aquel internado? Yo, realmente, no era una persona, era una especie de palillo, para ser más exacto. Con aquella bufanda parecía, además, un tísico, ¿sabe usted? Pero corría por la nieve a toda velocidad, para subirme a la tapia y ver al tío Cipriano que decían que estaba muerto.

Yo conocía al tío Cipriano porque hacía cáncamos de albañilería en el internado. En el internado siempre estaban haciendo obras menores, decían, o sea, cáncamos. Las obras menores consistían en tirar y levantar tabiques, para volver a tirarlos y levantarlos otra vez, para nada. Era como una necesidad que tenían los curas del internado, igual que pasa en los cuarteles. El internado era un cuartel. De eso me di cuenta después, ¿sabe usted? Ahora sólo recuerdo cómo corríamos sobre la nieve y nos encaramábamos a la tapia. El frío era tan grande que parecía que llevábamos un témpano de hielo debajo de la camiseta de franela. Estábamos viendo aquella escena y temblábamos como tontos porque teníamos miedo y mucho, mucho frío.

El tío Cipriano era uno de esos que llaman, ‘callaos’. Un día fuimos al río a cargar un tractor de arena para hacer mezcla y conducía el tío Cipriano. No dijo ni una sola palabra en todo el viaje porque era de los que no abren la boca, para ser exacto. Nosotros, todo lo contrario, íbamos montados en el remolque armando jarana y riéndonos a carcajada limpia y cantando, porque éramos muy jóvenes y cuando llegamos a un lugar del río, dijo, ‘esta es la arena buena’. Nos bajábamos, cogíamos las palas, te escupías las manos para que agarrasen bien y empezábamos, pin pan, pin pan, y en un periquete cargábamos el remolque.

—Estás canijo tú ¿eh? —me dijo un día el tío Cipriano mientras liaba un cigarro, como si me conociera. Pero fue lo único que me dijo.

Lo mejor de ir a buscar arena al río, era el regreso. Nos tumbábamos boca arriba en el remolque, sobre aquel lecho fresco, y nos íbamos tragándo el cielo de lado a lado. Algunos se sacaban la cuca y meaban hacia arriba, como para llegar al cielo. Veíamos las nubes como gigantescas torundas de algodón rodando unas sobre otras, a su antojo, y éramos felices en aquel paisaje de alcornoques achaparrados. Yo creo que el tío Cipriano me apreciaba porque otro día me preguntó,

—Tú eres de Titurcia, ¿no? —y yo le dije que sí topando con la cabeza.

Por eso me acuerdo del tío Cipriano y, sobre todo, del día que murió ¿sabe usté? También me acuerdo de ese momento, antes de empezar a nevar, porque el aire estaba tan frío que sonaban las nubes como un cuchillo cuando se corta el hielo. El cielo estaba gris, encapotado, como una bóveda de plomo sobre nuestras cabezas. Un profesor nos dijo que nos olvidáramos del tío Cipriano, que cada uno muere como ha vivido. En el pueblo decían que no tenía sentimientos. Y es que el tío Cipriano era muy habilidoso fabricando cepos para las ratas y lo llamaban de otros pueblos. Ponía las trampas por la tarde y las recogía a la mañana siguiente. Luego las juntaba todas y hacía un montón y las rociaba con gasolina y les prendía fuego. Las ratas gritaban hasta que se quedaban carbonizadas. Tengo fijo en la memoria los ojos rojos de las ratas y el chillido cuando las quemaba vivas el tío Cipriano.

.Yo había corrido hasta la tapia sobre el suelo nevado y me había encaramado para ver al tío Cipriano. Entonces lo vi. Estaba allí, tirado, en las vías del tren y mi respiración era tan fuerte que parecía una locomotora echando vaho por la boca, ¿sabe usted? Nunca he podido saber por qué el tío Cipriano se tiró a las vías del tren. Fue el primer muerto de mi vida y había una mancha roja sobre el blanco de la nieve recién caída y un frío que te partía el alma.

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JUAN YANES

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Water flows

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 24 diciembre, 2010

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Heracliteanas

Juan Yanes

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Water flows.- El fluir del agua que gotea. Es Heraclito que huye.

Parménides vs. Heráclito.- Dos caras de la misma moneda, el idealismo. Seguimos bajo un régimen platónico de pensamiento.

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JUAN YANES

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Metáforas.- Heráclito es la línea de fuga, la vida, la historia; Parménides es el círculo eternamente inmóvil igual a sí mismo, la clausura, la cárcel, la ausencia de movimiento.

Eppur si muove.- Mi experiencia de la vida es más bien heracliteana: todo pasa a velocidad supersónica, la vida es la auténtica máquina del movimiento perpetuo.

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JUAN YANES

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El self.- Lo único que es parmenideano, que permanece intacto, es el principio de identidad: yo me reconozco como yo a lo largo de toda mi vida. Esto es algo profundamente misterioso.

Heráclito posmoderno.- El propio Heráclito era un fluido metafísico.

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JUAN YANES

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El juego de los contrarios: “Los mortales son inmortales; los inmortales son mortales, pues que viven su muerte y mueren su vida… Y lo mismo existe en nosotros como vivo y muerto, como despierto y dormido, como joven y viejo”.

La obsesión fluvial y natatoria de Heráclito.- “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. Ni dos ni tres ni mil… ya no se baña nadie en los ríos. Están todos contaminados.

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Todo corazón

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 22 diciembre, 2010

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Él siempre tenía teorías.- Defendía la teoría de que un restaurante o bar con un nombre poético tenía que servir, indefectiblemente, buena comida. Y por el contrario, todos los restaurantes o bares con nombre espantosos, servían comidas espantosas. Esa teoría la había levantado sobre una sólida base empírica. Así, por ejemplo: “Yo fui el herrero del caballo de tu padre”, comida exquisita; “El que faltaba”, intragable; “Sin frenos”, intragable; “El festín de Babette”, exquisita; “Casa El podrido”, bazofia; Burger King, bazofia; «El Macho de la Victoria», imagínense; “Olifante”, exquisita pero escasita; “Cucurrucucú, paloma”, mole poblano, cabrito al molcajete y chiles en nogada, todo exquisito, nada de tex-mex, y atole de elote para condutar; o éste “Todo corazón”, que dan ganas de comérselo, sólo por el título, exquisiteces. También defendía la teoría mecanicista de que “uno es lo que come”—él decía, «de lo que se come se cría»—, porque en el fondo era un determinista culinario de lo más vulgar. Juan Yanes

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En este invierno

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 21 diciembre, 2010

 

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En este invierno

No sé qué hago yo en este invierno tan benigno paseando bajo la mansedumbre de los laureles de indias, siempre verdes. Me da la impresión de que he estado distraído por culpa de las mareas, haciendo cálculos cada seis horas para que coincidiera la marea baja con la torpeza de mis pies descalzos sobre la arena. He estado leyendo la violencia sin adjetivos de los cuentos de Flannery O`Connor. Necesitaría otro paisaje, distinto a éste, para comprender mejor el dolor y la maldad.

Juan Yanes

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El globo

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 20 diciembre, 2010

JUAN YANES

JUAN YANES

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El globo

Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.

Miguel Saiz Álvarez

 

El cuento de Miguel Saiz, lo he tomado de Galería de hiperbreves. Nuevos relatos mínimos, editado por el Círculo Cultural Faroni (Tusquets Editores, Barcelona, 2001, pág. 49).

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No me mires

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 20 diciembre, 2010

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No me mires que nos miran que nos miramos. No nos miremos y cuando no nos miren, nos miraremos

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No sé de quién son estos verso, los recitaba mi madre y yo pensaba que eran de algún clásico español. Pero por más que he buscado no he encontrado su autor.

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Yo miento, tú mientes, él miente, nosotros mentimos

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 19 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Yo miento, tú mientes, el miente, nosotros mentimos.- Mentimos, mentimos, siempre hemos mentido. Mentimos constantemente. Nunca hemos dicho la verdad de nada. Sólo mentiras, medias mentiras, medias verdades, verdades a medias. Llevamos siglos mintiendo. La mentira es nuestra única verdad, porque somos gente sin principios y no tenemos miedo de decirlo. Somos mentirosos compulsivos, expresivos, impulsivos, explosivos. No nos importa opinar una cosa hoy y otra mañana y todo lo contrario de lo contrario al día siguiente. Es como si fuéramos viejos actores de teatro que, al final, terminan corrompidos y poseídos por los personajes que interpretaron y pierden su identidad y ya no saben quiénes son, ni qué es lo que dicen, porque su vida ha sido un puro fingimiento. Es como si utilizáramos máscaras y no nos importara cambiar de cara cada cinco minutos. Es como si viniésemos de otro mundo, de un mundo sin reglas, de un mundo de tahúres, de ventajistas. Alguien nos ha enseñado que las reglas del juego son la doblez, el dolo, el engaño perpetuo. Y por eso mentimos y mentimos ¿verdad? Nosotros somos como ustedes, que también mienten. Pero ustedes  se mienten a sí mismos para sobrevivir. Nosotros tenemos que mentirles a ustedes porque nuestro oficio se basa en la mentira. Ustedes lo saben, nosotros también. Ahora ha aparecido en los papeles, pero ya se sabía. Nosotros hemos mentido a los cuatro vientos.  La historia es una enorme montaña de mentiras y nosotros vinimos rodando desde el fondo de los siglos diciendo las mismas terribles falsedades, que ustedes creen. Ustedes nunca han amado la libertad, por eso se creen todas las mentiras del mundo. Juan Yanes

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Gesto

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 18 diciembre, 2010

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Gesto: el hombre que recoge un papel de la playa

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Saponificación de las grasas

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 17 diciembre, 2010

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Saponificación de las grasas

—¿Sabes lo que hace la gente que tiene un mínimo de conciencia ecológica con el aceite que utilizan en su casa?

—No.

—Lo transforman en jabón.

—¿Ah, sí?

—Sí, lo saponifican.

—¿Y qué hacen con los sapos?

—¿Los sapos, qué sapos?

—Los de la saponificación.

—¡Ah, los sapos! Los sapos se convierten en príncipes guapísimos, automáticamente.

—Pues vaya.

Juan Yanes

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JUANYANES

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Ofiuras

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 17 diciembre, 2010

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Ofiuras. Las ofiuras son una clase de equinodermos elásticos que presentan simetría pentaradial, muy aficionadas al ajedrez, a los juegos anfibológicos y a depositar sus larvas en el tímpano de los humanos. Por esa razón los vigilan constantemente y en el tránsito del primer al segundo de los sueños, se introducen en su interior para desovar. Este animal, absorbe la conciencia de sus víctimas y penetra hasta lo más intrincado y secreto de su pensamiento, no en vano se las conoce, también, con el nombre de chupaalmas. Juan Yanes

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La discontinuidad de los cielos

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 16 diciembre, 2010

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La discontinuidad de los cielos.- Antes el cielo no era así. Recuerdo que el cielo era un caos formidable regido por el capricho de los dioses, incomprensible para nosotros que soportábamos, aterrados, su furia. Después nos fuimos dando cuenta de que el cielo existía al margen de la frivolidad de esas criaturas y al margen de nuestros sentimientos y nuestra voluntad. El cielo le dio la espalda a los mitos y a las cosmogonías, al Génesis, a la Epopeya de Gilgamés. El cielo era una espacio incomprensible, infinito, pero objetivo. Hubo algunos que fueron más lejos y que afirmaron la posibilidad de que pudiéramos conocer su funcionamiento que no se regía por caprichos, ni por fabulaciones, ni funcionaba de manera caótica. El cielo era una máquina y descubrieron la gran palabra, LEY, el cielo se regía por leyes. Descubrieron la existencia de causas que producen determinados efectos, descubrieron el principio de causalidad, las regularidades y la posibilidad de predecir los fenómenos. A esas alturas el cielo había dejado de ser una bóveda metálica de la que colgaban los astros y la tierra había dejado de ser el centro del universo. Cundió un gran optimismo y todos pensaron en la ilimitada capacidad de la razón. Mientras, Dios, el nuestro, el de toda la vida, el verdadero, empezaba a dejar de ser el tapa agujeros de la ignorancia humana y la medida de todas las cosas. El tiempo y el espacio comenzaban su andadura y se trasmutaban en tiempo y espacio absolutos. El tiempo era el mismo tiempo de hace millones de años. El espacio era también homogéneo, porque las leyes de la naturaleza se cumplían en cualquier sitio del universo. El cielo, el espacio absoluto, idéntico e inmóvil como el tiempo que fluye sin relación a nada, ni a la materia, no al movimiento. Todo esto era así hasta que nos dimos cuenta de que alguien había atravesado el jardín, entrado en la habitación donde estábamos y asesinado a Newton, que yacía exangüe a nuestros pies con los ojos abiertos mirando el universo que él había construido y que empezaba a derrumbarse. Juan Yanes.

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Agua con peces y barcos, agua, agua, agua, agua

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 15 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Canción del gitano apaleado

Veinticuatro bofetadas.
Veinticinco bofetadas;
después, mi madre, a la noche,
me pondrá en papel de plata.

Guardia civil caminera,
dadme unos sorbitos de agua.
Agua con peces y barcos.
Agua, agua, agua, agua.

¡Ay, mandor de los civiles
que estás arriba en tu sala!
¡No habrá pañuelos de seda
para limpiarme la cara!

Federico García Lorca

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JUAN YANES

.No es un montaje, ni photoshop, ni nada. Es un chorro de agua cayendo, sacado con un macro y mucha paciencia. J.Y.

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Lamento

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 15 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Dos soledades

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 15 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Los dramas amorosos de la vida misma

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 13 diciembre, 2010

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Los dramas amorosos de la vida misma.- Entonces, ella me dijo, sí, lo dejaré todo por ti, mis padres, mi familia, mi novio, la entrada del adosado, mi puesto de administrativa en la Caja Rural. Te amo, iré dónde tú vayas, me arrastraré por el fango si fuera necesario. ¡Eres el amor de mi vida! Pero yo le repliqué, no, no lo hagas, nunca podré hacerte feliz. Es preferible sufrir este desgarro fatal ahora que todavía podemos. [¡Dios mío qué cantidad de exageraciones!, dije yo en un aparte]. Dejémoslo así y guardemos nuestro dolor. Yo aún no he terminado el bachillerato nocturno, estoy en el paro, no he tenido tiempo de leer el Quijote [ya no sabía qué decir y entonces agregué] y te diré una cosa que para mí es fundamental, no me gusta hacer de niñera. Entonces ella pasó andando por mi lado, tocó las palmas y dijo, vale, mañana seguimos el ensayo a la misma hora. Luego se acercó un poco y me dijo con voz displicente, inmaduro, que eres un inmaduro y hazme el favor de no meter morcillas, ese no es el final que habíamos pactado, y se fue. Juan Yanes

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Sin comentarios

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 13 diciembre, 2010

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Anaga

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 12 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Anaga

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 12 diciembre, 2010

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Anaga

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 12 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Anaga. En este archipiélago liliputiense que son las Canarias existen unas 500 especies endémicas de plantas. Pero tenemos un problema gordísimo. Tenemos un modelo de desarrollo económico que vive de la especulación del suelo y del cemento y unos políticos y unos gobernantes abonados todos al constructivismo salvaje. Pero no al constructivismo artístico de nuestros abuelos rusos, ni a ninguno de los constructivismos de las teorías psicológicas y del aprendizaje, no. Para la fauna política de estas islas el constructivismo, es: carreteras por todos sitios, edificios, edificios, edificios, edificios, edificios, edificios, edificios, de muchas, muchas, muchas plantas, puertos para contenedores y puertos deportivos, puertos para contenedores y puertos deportivos, puertos para contenedores y puertos deportivos, hoteles, hoteles, hoteles, hoteles, hoteles, hoteles, hoteles, hoteles, hoteles y campos de golf, campos de golf, campos de golf. Y después viene todo lo que cuelga: comisiones, pelotazos, amiguismo, endogamia, paraísos fiscales, financiación ilegal, corrupción. Anaga. Anaga es un símbolo de la resistencia contra esta forma destructiva de entender la vida y la relación con el espacio. Juan Yanes

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La Underwood nº5 y el patrimonio familiar

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 11 diciembre, 2010

juan yanes

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La Underwood nº5 y el patrimonio familiar

………. Yo soy de una generación perdida, no se sabe muy bien dónde, ni cuándo, ni cómo, ni por qué se perdió ella a sí misma o la perdieron los demás. Es decir, yo soy de una generación inútil. Es decir, de una generación que da igual que haya existido o no. Sin embargo, estoy muy orgulloso de existir y del patrimonio que he recibido de mi familia: un montón de honorables genes repletos de enfermedades hereditarias cardiovasculares,  y otro montón de genes inservibles, defectuosos y llenos de manías y prejuicios que, mira por dónde, me sirven para vivir. También he recibido como herencia 68 tomos de la Enciclopedia Espasa Calpe y una máquina de escribir Underwood nº5, la misma que utilizaron William Faulkner, Jack Kerouac y la mejor escritora del mundo que ha existido nunca en el hemisferio norte, que se llama Carson McCullers. De todo ese patrimonio, recibido de bóbilis bóbilis, lo que más me entusiasma es la máquina de escribir. Es como si los subnormales de mis antepasados hubieran intuido que yo llegaría a ser un gran escritor y me hubieran enviado un mensaje implícito entre sus teclas, que dijera: escribe, escribe, te dejamos el mejor instrumento para escribir, imbécil.  

………. La Underwood Typewriter nº5, la compró un bisabuelo mío en el cambullón de San Cristóbal Lacustre en las Islas Estrafalarias, el año 1926. Era entonces el último grito en máquinas de escribir. Mi bisabuelo por parte paterna, era conocido con el sobrenombre de “Gracia y Dulzura”, o sea que era un meapilas, digo yo, pero llegó a ser presidente de la Cámara de Comercio local. El viejo escribía a toda máquina con todos los dedos porque era naviero y, con estos antecedentes, ya me imagino las cosas que saldrían de aquel prodigioso instrumento. Luego la heredó su hijo, mi abuelo, que heredó el instrumento pero no la habilidad dactilográfica de su progenitor. Mi abuelo, conocido con el sobrenombre de “Barriga-bicho” -seguramente porque vino con la barriga llena de gonococos de la Guerra de Filipinas-, llegó a adquirir gran velocidad escribiendo con un solo dedo y como era proclive hacia las potencias del eje, pues ya me imagino qué cosas saldrían de aquella máquina infernal. Mi padre, perdió totalmente la habilidad dactilográfica de sus antepasados, prefería dictarle a mi madre, que era una mecanógrafa excepcional, las pocas cosas que tuvo que escribir a máquina a lo largo de su vida. Nunca llegó a mis oídos el mote de mi padre, si es que lo tuvo.  Así que la Underwood, pasó a ocupar un lugar honorífico en mi casa. La tradición dactilográfica de la familia la ha rescatado un servidor de ustedes,  después de conseguir en una academia que estaba por debajo de mi casa, 346 pulsaciones por minuto. Y aquí estoy yo sentado delante de este prodigio, que se llama Underwood Typewriter Number Five, devanándome los sesos. Aquí estoy yo, que escribo con los diez dedos de las manos, a una velocidad increíble y sin mirar al teclado, sin que me salga una maldita historia que me haga tocar las mieles de la antesala de las escaleras del proscenio del Parnaso, como un idiota. Lo único que me honra, es que soy conocido entre los colegas con el remoquete de «Underwood».

Juan Yanes

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Flor

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 11 diciembre, 2010

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Las nubes caen como leones

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 11 diciembre, 2010

JUAN YANES

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Greguería.- Las nubes caen como leones sobre la luna, pero no la pueden devorar. Ramón Gómez de la Serna

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