El oscuro borde de la luz II (fotos y microrrelatos)

Sóngoro cosongo de los pies

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 28 julio, 2011

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Sóngoro cosongo de los pies

Ocurre que hay dolor y llanto. Ocurre que estás encaramada en la línea del horizonte haciendo equilibrios para no caer en ese fondo del que luego no puedes salir. Todo lo que se hace en el horizonte se amplifica aquí, donde vivimos los que vemos la realidad desde el mundo real. ¡Qué tonterías digo!, el mundo real, el mundo real. Todo es irreal, el mundo de la inexistente línea del horizonte y el mundo del songoro cosongo éste, de carne y hambre y pateras en el que vivimos. Ocurre que  cuando borras el arco iris, te quedas ciega y se suceden los cataclismos y lo único real entonces es el dolor y el llanto, que aquí se amplifica con más y más dolor y más y más llanto y ese imperceptible ruido de los pies desnudos sobre la gravilla que sólo reconocen los que sueñan porque andan a pie.

Juan Yanes

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Fibra óptica

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 27 julio, 2011

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Fibra óptica

Me he tragado dos metros de fibra óptica cortada en pedacitos. Ahora me veo todo por dentro. Por ejemplo, esta mañana estuve en el interior del hueco poplíteo. Nada de particular, es como si estuvieses nadando en gelatina. Tenía un montón de posibilidades, porque con tantos pedazos de fibra óptica en el cuerpo, es como si tuviera cien ojos mirándome las tripas. Así que dejé el hueco poplíteo y como estaban cerca, le hice una visita a los gastrocnemios, que los notaba yo últimamente un poco decaídos. Tampoco son nada del otro mundo, una masa roja, como si estuvieras dentro de un tomate o en la mismísima Tomatina de Buñol. Después estuve en la glabela y me despedí con un paseo por el pterigoídeo. Total, un aburrimiento. ¡A ver ahora cómo me saco yo los dos metros de fibra que tengo danzando por ahí!

Juan Yanes

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La puerta

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 26 julio, 2011

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La puerta

En mi casa, por la noche, cerraban la puerta y le ponían una tranca de madera. No la cerraban para que nadie pudiera entrar, la cerraban para que nadie pudiera escaparse.

Juan Yanes

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El coquito

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 25 julio, 2011

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El coquito

Era una cabeza privilegiada, clarividente y, encima, una persona amable, querida por todos. Decían que tenía la cabeza llena de ideas brillantes, que era un coquito, que la tenía tan bien amueblada que daba gusto escucharle, que era un tipo inteligentísimo, un fuera de serie, un superdotado, un máquina… Lo cierto es que cuando le rebanamos el cogote para ver qué es lo que tenía dentro del caletre, sólo encontramos serrín.

Juan Yanes

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Fábula de Fábulas

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 24 julio, 2011

Se me comieron las fábulas las polillas

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Final abierto: Busque usted la moraleja que más convenga (o le convenga a usted)

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El ángel exterminador

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 23 julio, 2011

Foto de Charo S.S.

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El ángel exterminador

Terminó la conferencia pero nadie se levantó. No hubo aplausos, ni comentarios, ni pregunta alguna. El conferenciante se quedó quieto en el estrado, sin saber qué hacer y el público también permaneció silencioso en su asiento, mirando. Después, el conferenciante abrió las manos como preguntando ¿me quieren decir qué hacemos aquí? Pero nadie contestó. Ninguna de las personas recordaba qué estaban haciendo allí. No podían reconocerse, nadie sabía quién era, no podían volver a casa, habían perdido la memoria. Empezaron a ponerse nerviosos, empezaron a gritar y a comprender oscuramente que estaban abandonados, encerrados en su propio el olvido.

Juan Yanes

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La realidad no es lo que era

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 22 julio, 2011

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La realidad no es lo que era

¡Camarero!, este vaso de aguardiente está inclinándose peligrosamente. Perdone que le corrija, señor, ese vaso no ha perdido en ningún momento la verticalidad. ¡Camarero!, ¿insinúa usted que acaso soy yo el que se inclina peligrosamente, desplazando de manera temeraria el centro de gravitación de mi persona? Exacto, señor, se va a dar usted un testarazo, porque el vaso está situado perpendicularmente sobre el plano de la mesa, formando con ella un ángulo recto, perfecto. ¡Camarero!, ¿insinúa usted que estoy borracho o que he perdido la capacidad de percibir la realidad? No lo insinúo, señor, lo afirmo. Bueno, bueno, no voy a discutir ahora este extremo con usted, pero permítame decirle de forma categórica que antes la realidad era mucho más real que ahora.

Juan Yanes

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Flores artificiales

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 21 julio, 2011

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Flores artificiales

Mi amiga Luchi, cuando viene a verme, siempre me riega las macetas de la casa. Juan, por Dios, eres un abandonado, me dice. Yo protesto, Luchi, sabes de sobra que son flores artificiales. Pero ella, ni caso. Primero, mete el dedo por un lado de las macetas para comprobar si están secas y después las riega a conciencia. Yo al principio era un poco reticente a estos métodos, pero hay que ver cómo se han puesto y lo bonitas que están. Ya no le digo nada, la dejo que las riegue, las sulfate, las abone y les cambie la tierra dos veces al año.

Juan Yanes

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El espesor de la memoria

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 20 julio, 2011

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El espesor de la memoria

Me era imposible avanzar sin mirar hacia atrás y tratar de recuperar el espesor de la memoria.

Juan Yanes

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Odisea

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 19 julio, 2011

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Odisea

Estás en esa voz inasible que me llama, cosiendo la tela que brilla como el mar de ondas que el pez enhebra con la luz y las sombras sin suturas de tu voz, casi inaudible, que me llama con sus manos tenues, Ulises, Ulises, para que repita siempre la misma historia de la espera que estoy cansado de contar.

Juan Yanes

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Dos microrrelatos en plena ascensión

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 18 julio, 2011

Creo que la torre es la del Museo de la Ciencia de Granada. Fue una casualidad captar a estas inocentes criaturas literarias en plena ascención.

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La institución

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 18 julio, 2011

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La institución

¡Huye, hermano, antes de que perezcas! Hubo un tiempo que pensábamos que la institución se podía cambiar desde dentro. Pero fue una ilusión. Cuando yo la dejé, estaba en una fase, digamos, neomaltusiana. Aún no había empezado a devorarse a sí misma en un ejercicio implacable de autofagia. Es un monstruo que no ha dejado de crecer y crecer. Y al mismo tiempo que crecía, creaba los mecanismos de su propia demolición. Las instituciones son máquinas ciegas que destruyen a las personas. Sólo sirven para eso, para destruir. ¡Huye, antes de que sea demasiado tarde!

Juan Yanes

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El aburrimiento de los cipreses

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 17 julio, 2011

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El aburrimiento de los cipreses

A los poetas tristes les gustan los cipreses desde que el aburridísimo poeta triste Gerardo Diego escribiera aquel soneto, cuyo primer verso nos hacía repetir la refinada profe de literatura durante el bachillerato, como el súmmum de los endecasílabos heroicos, en segunda, sexta y décima, a ver niños repitan, decía y recitábamos sin entonación alguna, “Enhiesto surtidor de sombra y sueño”, como si estuviéramos canturreando aquella monodia de la tabla de multiplicar y entonces la profe fingía entrar en un estado de conmoción endógena general ante nuestra falta de cultura y sensibilidad y empezaba  una aburridísima y triste clase de prosodia, pero la verdad es que a los aburridos e indiferentes cipreses les gusta el silencio de los columbarios, las raudas y los cementerios, porque son árboles que no tienen ninguna habilidad social y ya se sabe, un árbol sin ese atributo lo tiene muy difícil en la vida y en la muerte.

Juan Yanes

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¡Habla, mudita!

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 16 julio, 2011

Dibujo del escultor Juan Muñoz

¡Habla, mudita!

¿Mudos? No existen los mudos, sólo hay sordos. Los que llamamos mudos no pueden hablar porque no oyen, ni se oyen. No tienen, normalmente, ningún defecto en el aparato fonador. Pero la historia de las personas que son diferentes es la historia del etiquetado, la historia del estigma, de la segregación. Esas personas tienen su lenguaje. Tienen derecho a tener su lenguaje propio. Somos nosotros los que tenemos que aprender su lenguaje, no ellos el nuestro. ¡No hables, mudita!

Juan Yanes

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La funesta manía de pensar

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 14 julio, 2011

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Argumento gerontocrático

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 13 julio, 2011

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 Argumento gerontocrático

Aquellos jóvenes nacían con los pies pegados a los pedales de unas desangeladas bicicletas de las que no se bajaban jamás. Traían incorporados unos pinganillos a los oídos donde alguien les rapeaba una perorata. Era una tribu ubicua desparramada por las esquinas y paredes de la ciudad, despreciada por aquellas otras figuras espectrales y tristes que se llamaban  a sí mismas adultas, que los miraban colgadas de los hilos de plata del gran guiñol.

Juan Yanes

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Filtración

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 12 julio, 2011

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Filtración

Desayunaba con su padre. Desayunaban un escuálido café con leche, con prisa, uno sentado frente a otro. Su padre salía pitando para el trabajo, él a estudiar. Su padre no hablaba mucho y nunca miraba a la cara. Miraba en diagonal. Decía, están buscando a Ramiro Ruíz, el delegado de 4º. Él, asentía y repetía, Ramiro Ruíz, Ramiro Ruíz. Se despedían. El padre iba a trabajar a la Dirección General de Seguridad. Él, ya lo he dicho, iba a la Facultad.

Juan Yanes

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Cadena trófica del coche

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 11 julio, 2011

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Cadena trófica del coche

La ciudad devora coches. ¡Ñam, ñam!, los mastica, los tritura con sus dientes llenos de ventanas y de grúas, cantidades ingentes de coches. ¿Pero de qué se alimentan los coches? Los coches se alimentan de dinosaurios. Dinosaurios filiformes y líquidos que salen por las mangueras de las gasolineras y se meten en los coches y se enfurecen y entran en ebullición y hacen que esas máquinas infernales echen fuego por todos sitios, especialmente por la junta de la culata, y vapores pestilentes por una especie de ano metálico que llaman tubo de escape. Pero, ¿y estos formidables y proteicos dinosaurios, de qué se alimentan? Los dinosaurios, todo el mundo lo sabe y lo lamenta, se alimentan de los microrrelatos de Augusto Monterroso y de sus epígonos, que son legión y se extienden por los cuatro puntos cardinales como una auténtica pandemia.

Juan Yanes

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Mira otros Dinosaurios o Monterrosos o Dinorrosos o Montesaurios

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Lo que ella le decía

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 10 julio, 2011

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Lo que ella le decía

Bueno, le decía ella, vete hasta la plaza y te sientas un rato a ver pasar a la gente, así te entretienes y no estás aquí dándome la lata. Ten mucho cuidado dónde pisas no te vayas a caer otra vez y te fastidies una cadera o te rompas la crisma, que es lo típico de los viejos bobos como tú, que tienen que empezar a aprender a andar. Él, podía reproducir el tono exacto de sus reproches  y advertencias. Luego volvía a casa y durante la comida ella continuaba diciéndole cosas, lo bueno que era el potaje de zanahorias para la vista y la cantidad de calcio que tenía el queso de flor, las espinacas y las avellanas. El calcio es fundamental a tu edad. Ahora vete a dormir la siesta, que yo me quedo a ver el culebrón de la tele. Recuerda que cuando te levantes de la cama no lo hagas como si tuvieras 20 años. Te sientas en el borde y esperas un rato hasta que la cabeza coloque todas las cosas en su sitio. Él se iba a dormir la siesta y ella recogía la mesa y se iba a ver la tele. Y así, hasta la noche. Los sábados por la mañana él iba al cementerio a llevarle flores. Tiraba las flores marchitas de la semana anterior, limpiaba un poco las telarañas y el polvo que había sobre la lápida y ponía agua en el jarrón, siguiendo, en todo momento, las instrucción que ella le dictaba desde el más allá.

Juan Yanes

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Desea los lienzos del cielo

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 9 julio, 2011

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Desea los lienzos del cielo

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Si tuviera los lienzos bordados del cielo

Envueltos con dorada y plateada luz

Los lienzos azules, oscuros y negros del cielo

De la noche y de la luz y de la media luz

Los pondría bajo tus pies

Pero, siendo pobre, no tengo más que mis sueños

He puesto mis sueños bajo tus pies

Pisa suavemente porque pisas mis sueños

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William Yeats

(La traducción del poema de Yeats, He Wishes For The Cloths Of Heaven, es mía)

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La copa

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 8 julio, 2011

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La copa

La verdad está siempre en el fondo de la copa. El problema es cómo llegar hasta el fondo, decía el dipsómano que llevaba años buscaba insistentemente  la verdad. La escritura es un estado alucinatorio que está en el fondo de la copa. El problema es cómo llegar hasta el fondo de la escritura que está en el fondo de la copa, decía el dipsómano escritor. El olvido está siempre en el fondo de la copa. El problema sigue siendo cómo llegar hasta el fondo, decía el dipsómano que llevaba años buscando insistentemente olvidar. Y la risa y la felicidad y la muerte están siempre en el fondo de la copa…

Juan Yanes

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Espejo

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 7 julio, 2011

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Espejo

Toda la vida ejerciendo de espejo, he aprendido a reflejar, en silencio, la realidad que desean ver. He aprendido a interpretar sus cambios de humor, sus pasiones, sus deseos, las mentiras que se cuentan a sí mismos.

Juan Yanes

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Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 6 julio, 2011

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Búsqueda

Seguía su rastro por todas las calles, por las esquinas más insólitas, por las plazas abandonadas, por bares y salones, por salas de espera de hospitales y comisarías. Preguntaba y nadie sabía darle una pista. Anduvo así, perdida, buscando, hasta que se encontró consigo misma.

Juan Yanes

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Estas sombras

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 5 julio, 2011

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Estas sombras

….. Estas sombras no son personas, son sombras de personas. No son las sombras del Mito de la caverna, ni la negra sombra de Rosalía, ni las sombras elogiadas del ciego Borges, ni el mundo de sombras, la parte oscura, que seduce a Mr. Hyde y al propio Fausto. Estas sombras no son la liturgia de las sombras, el oficio de tinieblas. Son sombras que van por la calle, sombras humanas. No son sombras huídas de sus dueños, autónomas, traviesas, perversas, asesinas. No son sombras solitarias en busca dueño, afectuosas, zalameras, necias, erráticas. No son sombras que gesticulen al margen de los gestos de su dueño, lo remedan indefectible, ridículamente. No caminan en sentido contrario al de su marcha, ni van por delante de la luz. No se disuelven o disipan porque sí, desaparecen cuando entran en otra sombra mayor. Estas sombras, no vuelan sino que van pegadas al suelo, reptando. No hablan, aunque parece que tienen vida propia.

….. Yo no soy un experto en sombras, pero me gustaría que alguien me explicara por qué se suicidan en masa, vanamente.

Juan Yanes

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Esplendor

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 4 julio, 2011

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Esplendor

Pasa un hombre andando cargado de bolsas. No ocurre nada, pero seguramente ese hombre no se da cuenta de la luz que lo envuelve al andar. No piensa en la vigorosa plenitud de los días. Y sin embargo la luz es lo más importante de ese instante. Una luz de mediodía, casi cenital. Una luz que lame suavemente la fachada de las casas, la copa de los laureles de Indias, las losetas que rodean el pequeño jardín y los bancos de piedra de la plaza de Santo Domingo, para devolverles el color y la prestancia que se apaga en las cosas durante la luz esquiva del invierno. Todavía no es una luz cegadora como la luz imposible del verano. Seguramente ese hombre tampoco se ha fijado en la pareja de ancianos que camina erguida y que ayer recorría con paso dudoso esta vía. La luz hace que resuciten las fachadas modernistas de su letargo y que luzcan los toldos de los bares como velas de balandras en medio de la calle. Todo invita a una especie de luminoso esplendor. El asunto aquí es estar atento a los dones que nos regala el día. Un momento después pasan otros viandantes, pero la luz ya no es la misma, tamizada por gruesos nubarrones.

Juan Yanes

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Flores

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 3 julio, 2011

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Flores

Él le decía, no pongas tantas flores por toda la casa, mujer, que esto se parece más a un jardín botánico que a una casa, pero ella no le hacía caso y seguía poniendo flores por todos lados, y él le decía, no pongas más, mujer, esto se parece más a una floristería que a una casa, pero ella nada, flores y más flores, y él le decía, modérate con las flores, mujer, esto parece una réplica de los jardines colgantes de Babilonia, pero ella era de esas mujeres obsesivamente agropecuarias, selvática pertinaz, vegetal, nemorosa. En el fondo a él también le gustaban las flores, porque le gustaba ella.

Juan Yanes

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Fragmento de un diario

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 2 julio, 2011

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Fragmento de un diario

Acabo de salir de una clase en la universidad de mayores. El único requisito que deben cumplir los alumnos que asisten, es el de ser mayores de cincuenta años. Los hay de cincuenta, sesenta y setenta. Vienen a la universidad porque no les da la gana de morirse en el sofá de su casa, viendo la basura que les tira a los ojos Tele5. Tienen una idea casi sacrosanta de la cultura… Ay, si estuviéramos en los tiempos de las vanguardias habríamos destruido esa idea, sin piedad. Pero son seres dotados de una enorme mansedumbre, de una enorme curiosidad. Tienen un inusitado interés por el conocimiento y una desmedida voracidad lectora. Ahora leemos en clase,  la autobiografía de don Luís Buñuel, Mi último suspiro, y la comentamos. El curso que doy se llama “Sociedad y cultura en el s. XXI”. La excusa que les he dado para que lean ese libro es que si no entendemos algunos aspectos de la sociedad y la cultura del siglo XX, es imposible entender la del s. XXI que nadie sabe, a ciencia cierta, cómo será. Que, en todo caso, la cultura no se puede dividir por siglos… Les sugiero que el libro sea un pretexto para buscar cosas en todas las direcciones, como si estuviera lleno de hipervínculos: caciquismo y oligarquía, el anarquismo en España, la España rural y el campesinado, la Monarquía y la restauración como régimen constitucional pero no democrático, el significado de la Dictadura de Primo de Rivera, la II República, la guerra de Marruecos y la penúltima aventura colonial española, regeneracionismo novecentista, la guerra civil española, el exilio de los intelectuales, etc, etc, etc. El texto de Buñuel alude a todas esas cosas de forma muy vívida. Hay permanentes alusiones a personalidades de la cultura y a corrientes estéticas y políticas en plena época de las vanguardias: desde el ultraísmo al surrealismo más politizado. Pero es que, además, es un texto divertidísimo, lleno de anécdotas chispeantes y de agudos comentarios… Aquella diablura que tenía pensado él y sus amigos surrealistas en París, de asaltar cines en la sesión matiné y proyectarles a los niños Soeur Vaseline… En fin, Mi último suspiro, es un texto sugerente, que permite perderse en mil direcciones como si fuera un laberinto excéntrico. Pero a ellos no les gusta. A mis alumnos de la universidad de mayores, no les gusta Buñuel. Les parece un gamberro, un provocador, un putañero. No entienden el surrealismo, les cuesta comprender el contexto en el que nace, carecen de las claves históricas, estéticas, políticas en las que se fragua ese fenómeno y en el que se inscribe, les molesta que un viejo cuente sin tapujos los entresijos de su sexualidad. Dicen, “Profesor —me llaman profesor—, nos gustan sus clases por el entusiasmo con que las da, pero Buñuel no nos gusta nada”. Me dejan así sumido en la mayor de las perplejidades, pero yo les proyecté en la siguiente clase Un perro andaluz, y en la siguiente La edad de oro ─me dije, si aguantan ésta, aguantan las demás, y en la siguiente Los olvidados, y en la siguiente Viridiana y en la siguiente iba a proyectarles Tristana y La Vía Láctea, y hubiera seguido así hasta que se rindieran, pero terminó el curso.

Juan Yanes

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Las performancias de la abuela

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 1 julio, 2011

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Las performancias de la abuela

Mi abuela era como un armario. Para llenarlo necesitaba comer como una Pantagruela: enyesque, entrantes, primer plato, segundo plato y postres. Cuando terminaba con los postres, se metía entre pecho y espalda un chupito, decía ella, de agua ardiente gallego que llamaba orujo. Tenía que ser orujo hecho con uva de albariño, si no, no servía. Un chupito, nada más, decía. Pero aquello no era un chupito, aquello era un mazazo de una cuarta de alcohol de 90º o más. Se lo tomaba de un solo golpe, empinaba el codo con energía y determinación,  y dando una especie de vuelta rápida a la cabeza o respingo, echándola hacia detrás, entornando los ojos, y emitiendo un chasquido final, característico, con la lengua. Después eructaba como un bisonte satisfecho y decía: ¡Esto es salud, mijo! ─lo decía, refiriéndose al eructo especialmente, pero también a todo lo demás─. Su hijo, sus nietos y demás familiares presentes en la performancia gastronómica de la abuela, quedábamos consternados durante unos minutos, hasta que nos sobreponíamos a los acontecimientos y abríamos puertas y ventana para que corriera el aire y la abuela se refrescara.

Juan Yanes

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