El oscuro borde de la luz II (fotos y microrrelatos)

Esperar

Posted in Sin categoría by Juan Yanes on 15 diciembre, 2011

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Esperar

Esperamos estoicamente una cita equivocada.

Esperamos estoicamente la guagua que nunca pasa.

Esperamos estoicamente en la cola del supermercado, pero la cola lleva días sin moverse y no avanza, nunca llegará nuestro turno.

Esperamos estoicamente en el puesto de la carne, aunque sabemos que no hay carne desde hace mucho tiempo.

Esperamos estoicamente en la cola para sacar el certificado de residencia en una ventanilla, tenemos un tique con el nº 579, pero esa ventanilla no es una ventanilla sino la entrada a un recinto del que nunca se regresa.

Esperamos estoicamente pasar por el control de pasaportes aunque sabemos que nos van a deportar a un país que no es el nuestro, donde se habla una lengua incomprensible, donde nos convertiremos en zombis perdidos en los interminables pasillos de un aeropuerto.

Ella espera estoicamente en la esquina para verlo pasar, pero él no pasa porque está muerto.

Esperamos estoicamente una subida de sueldo ilusoria.

Esperamos estoicamente a que vengan tiempos mejores pero sólo vienen tiempos peores.

Esperamos estoicamente que esto se convierta en Jauja, pero sólo escuchamos las carcajadas de los dioses que se ríen de nosotros, mientras caemos al vacío.

Esperamos salir de la cárcel algún día, aunque sabemos que nuestro expediente se perdió en los archivos y no hay constancia de que estemos en ningún lado.

Hace mucho tiempo que ya no esperamos nada, si acaso la benigna llegada de la muerte, pero la blanca señora se demora hasta el hastío como si también ella se hubiera olvidado de todo y nos dejara aquí tirados para siempre, esperándola.

Juan Yanes

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2 respuestas

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  1. Xerófilo said, on 28 diciembre, 2011 at 4:36

    En cambio yo sentí que eso, lo escrito, era la muerte misma.

    RRS

  2. Juan Yanes said, on 30 diciembre, 2011 at 0:33

    Yo creo que la muerte es la ausencia de deseos. La muerte debe ser la vuelta a donde estábamos antes de nacer. Es decir, en ningún sitio, del que no tendremos memoria, no habrá ningún deseo que nos mueva.


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